Despertarse una noche después de haber tomado unas copas es, probablemente, una de las decisiones más difíciles. Si en cambio tomarse una copa de vino ayuda a conciliar el sueño, diferente es cuando son las copas de alcohol destilado las que acompañan al momento previo de dormir.
Seguro que en más de una ocasión te has levantado al día siguiente con una sensación extraña. Y no, no tiene porqué ser resaca, sino cansancio. ¿Cuántas veces has pensado que era imposible encontrarse mal si no habías bebido tanto? Pues aquí tienes la respuesta: el alcohol influye en la calidad de tu sueño.
Para entender las razones, debes conocer primero el porqué hay veces que sí que ayuda a conciliar el sueño. El alcohol aumenta la presión del sueño y acumula una sustancia llamada adenosina que es la responsable de hacerte sentir somnoliento. Además, también influye en el ritmo circadiano y reduce la producción de melatonina retrocediendo el reloj biológico.
En cambio, en otras ocasiones a pesar de conciliar el sueño de manera inmediata, no descansamos. Las personas dormimos en ciclos suaves. Al principio de la noche caemos y caemos en sueño, a mitad se produce la fase REM, en la que nuestro cuerpo procesa la memoria y las emociones. Es en este momento en el que el alcohol impacta, de manera negativa, en nuestro descanso.
¿Por qué sucede esto? El hígado metaboliza el alcohol y cuando esto sucede se convierte en un estimulante, por lo que caben más probabilidades de que te despiertes y pases menos tiempo en el sueño REM. Puede que o no descanses bien o te despiertes aturdido ya que no has conseguido la recuperación que necesitabas.
¿Y por qué a veces sucede y otras en cambio no? ¿Depende de la cantidad de alcohol ingerida? Cada persona digiere y metaboliza el alcohol de manera diferente. La genética y el cuerpo de cada uno influyen notablemente en este proceso, pero la cantidad es otro de los factores que también lo hacen. Beber en cantidades grandes conseguirá, por tanto, alterar más tu sueño.
Sobre las cinco, la temperatura corporal aumenta notablemente y el cuerpo procesa el alcohol más rápido. Lo recomendable es beber una pequeña cantidad a media tarde o por la noche temprano y, por supuesto, no hacerlo con frecuencia.