Reglas de moda que sólo los hombres con estilo saben cuándo romper

Ser hombre y vivir con estilo implica demasiadas cosas ante la sociedad. Desde las más optimistas y halagadoras hasta las más despectivas u ofensivas en el planeta; aunque éstas últimas son siempre las de mayor peso.  Pertenecer al género masculino y preocuparte por lo qué llevas puesto y el cómo deberías usarlo en muchas ocasiones se convierte en motivo de burlas, malos entendidos, prejuicios vacíos y sentencias absurdas. Inmediatamente te vuelves blanco fácil para acusaciones sin motivo; todas relacionadas con el ser mujer –claro, porque interesarse por la moda es ocio del género femenino– y el tener preferencias homosexuales –por supuesto, porque la vanidad y el estilo son características de un hombre gay, no ser heterosexual es malo y lo más degradante entonces es asemejarte a una chica–. Con todo, no hemos evolucionado mucho que digamos. La igualdad está muy lejos incluso entre el sector masculino, al parecer.

Sin embargo, no todo está perdido. Siempre que haya alguien dispuesto y lo suficientemente valiente como para llevarle la contra a lo establecido, no estaremos del todo condenados. De entre todas las luchas por la igualdad de género y las innovaciones que le exigimos a la estética de nuestros días, cada vez más equivalentes, más abiertas, una de las más importantes es sin duda la oportunidad de vestirnos y mostrarnos tal cual somos ante los demás. Esto implica, volviendo así a nuestro tema central, que los hombres seamos capaces de manifestar un interés sincero sobre la ropa sin recriminación alguna y utilizar lo que nos venga en gana siempre y cuando seamos fieles a nuestra personalidad.

En alguna ocasión Jean-Paul Gaultier dijo que la verdadera revolución en la moda llegaría de la mano de quien fuera capaz de diseñar una vestimenta carente de género en su estructura, pero lo suficientemente permeable como para verse femenina o masculina según deseara su portador. Probablemente aún sigamos en camino con tal empeño, pero algo que podemos hacer por ahora es romper con las más absurdas expectativas de los sexos en el fashion y reescribir las reglas. Cuando decimos que existen reglas de moda que sólo los hombres con estilo saben cuándo romper nos referimos a aquellos que prefieren destacarse en vez de ser uno más, a quienes saben que el mejor momento para encarar a la tradición es ahora y a partir de los siguientes preceptos.

Siempre nos dijeron que los pantalones blancos eran imperdonables; que nos lo digan entonces durante una boda en la playa a más de 30 grados centígrados.

“No combines negro con café” es una norma que resuena en la cabeza pero, ¿cómo conseguir un sofisticado look al estilo inglés si no es con estos colores?

Lo mismo sucede con el azul marino y el negro. Habladurías.

Los calcetines, según nuestros padres y abuelos, debían combinar con el pantalón o el calzado; nada más falso. La ropa interior también es un statement.

¿El negro es sólo para funerales? Deja que tu espíritu Tarantino o Coppola te invada hasta demostrar todo lo contrario.

Los hombres usamos rosa. Que se vayan al carajo quienes digan lo contrario.

Solían decirnos que la mezclilla no se usaba con más mezclilla; bueno, pues bienvenidos al siglo XXI. Sí se hace.

En casos aún más arriesgados, pero nada imposibles, vestir con falda es una alternativa que a más de uno se le ha cruzado por la cabeza –especialmente en días de calor– y que no deberíamos temer.

¿Corbatas y looks informales? ¿Traje y sneakers? Eso ya no es problema.

La joyería es otra manifestación artística de la que puede acompañarnos a diario, y si ya tenemos alguna perforación, ¿por qué no usar un pendiente largo o una pieza exuberante?

 

Por Eduardo Limón

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