Álvaro Banús, al terminar la carrera, trabajó un tiempo en un fondo de capital riesgo en Madrid y más tarde dio el salto a la banca privada. “Realicé una estadía en el banco Mirabaud, en Lausana, el más antiguo de Suiza”. Pero fue a los ocho meses, tras recibir una oferta de Goldman Sachs para irse a trabajar a Londres, cuando su vida dio un giro de 180 grados: “Dos de mis mejores amigos me propusieron crear un negocio”, recuerda hoy aún entusiasmado. Sus amigos eran Pepe Merino y Javier Garay, y el negocio, Black Limba, una marca de lencería que ha irrumpido con fuerza en el mercado: “Empezamos facturando unos miles de euros y ahora estamos en millones”. La creación de Black Limba no fue casual. “Teníamos desde siempre la inquietud de montar algo, y después de muchos análisis de mercado nos decantamos por la lencería”, explica Banús, quien se ha vuelto un experto del producto.
“Antes las únicas copas que conocía eran las que pedía en un bar”, asegura con respecto al tallaje de los sujetadores. Lejos de los push-up y las piezas excesivamente sexis, Black Limba apuesta por un concepto muy natural. El proyecto, que empezó solo con venta online, se ha extendido. Han inaugurado una tienda en la madrileña calle de Fuencarral y han firmado un acuerdo para abrir siete tiendas en Portugal. Además, sus productos se distribuyen desde México —“En unos grandes almacenes de lujo”— hasta Rusia, pasando por los Emiratos Árabes y Taiwán. El proyecto parece tan próspero que Banús ha conseguido inversores fiables, como el futbolista del Atlético de Madrid Álvaro Morata —“Somos amigos del cole”— o el millonario rumano Ion Tiriac, dueño del Open de Tenis de Madrid.
Además de gestionar su propio negocio —“Me levanto ilusionado por ir a trabajar”—, sus otras dos pasiones son viajar y hacer deporte. Este verano ha estado en Filipinas, donde practicó surf, y en Colombia, país que recorrió durante 10 días con unos amigos. Terminó sus vacaciones en Marbella, la localidad donde vivió con sus tres hermanos hasta que cumplió 10 años. “Mis padres se instalaron allí en 1992, el año en que nací. Mi padre ha construido más de 3.000 viviendas en la Costa del Sol”, asegura con orgullo. De esta localidad costera también es su novia, Alexandra Nielsen, hija de española y danés y con quien lleva saliendo un año y medio. Aunque ella se dedica a la organización de eventos —para Mahou, Mad Cool o Real Madrid—, entiende mucho de moda. Y, por supuesto, toda su lencería es Black Limba.