
«Estábamos muy unidos, pero no llegamos a asentarnos como pareja. No encajábamos en ese sentido», confesó ella en el artículo que escribió para la edición británica de Vogue. «Siempre hubo algo de inquietud y malestar, pero queríamos a nuestros hijos, muchísimo», agregó.
El día que se dio cuenta de que faltaba algo en su matrimonio, Gwyneth recurrió a todos los medios a su alcance para no «fallar» y decepcionar a sus seres queridos, especialmente a sus dos hijos.
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«Pero un día, pese a todos nuestros esfuerzos, me di cuenta de que no estaba en una encrucijada, sino que había tomado un camino y había recorrido ya un buen trecho. Casi sin darnos cuenta, habíamos ido en direcciones diferentes. Nunca volveríamos a estar juntos de la misma manera que antes».
El terapeuta al que recurrieron para que les ayudara a diseñar su nuevo futuro por separado fue el primero que les propuso la idea de protagonizar una «separación consciente» y la reacción inicial de la estrella de Hollywood fue pensar que se trataba de un término «pretencioso, dolorosamente progresista y difícil de asimilar». Sin embargo, la posibilidad de no verse obligada a renunciar a la vida que había construido junto al líder de Coldplay e incluso a su compañía le hizo darle una oportunidad.
«Me intrigó el concepto mucho más que la expresión en sí. ¿Había algún escenario en el que pudiéramos romper y no perderlo todo? ¿Podríamos seguir siendo una familia aunque no fuéramos pareja?», ha explicado acerca de lo que sintió en esos momentos.
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Actualmente, Gwyneth está casada con el productor Brad Falchuk y su ex mantiene una relación con la actriz Dakota Johnson y, tal y como ambos deseaban, siguen estando muy unidos.