Ha llegado el calor y ha salido el sol y eso es sinónimo de querer ya la piel bronceada. Inmediatez que se vuelve imposible después de haber pasado meses sin que apenas nos dé la luz del sol. En definitiva, nuestro blanco nuclear no pega con la luz del exterior, los pantalones cortos y los tops de tirantes que dejan ver nuestro cuello y escote. Por eso, esta etapa de transición es conocida como la del bronceador y no solo para brazos y piernas y ganar un poquito de moreno, sino que es ahora cuando explotamos los polvos bronceadores del rostro.
Si ya en invierno es una de las herramientas de maquillaje utilizada para esculpir el rostro, ahora lo usamos mucho más para dar también un poquito de color. Pero cuidado con emocionarse porque es realmente sencillo cometer errores usando los polvos bronceadores, especialmente pasarse en la cantidad usada y no tanto por usar un tono demasiado oscuro. Y es que la elección de los polvos bronceadores debe ir más que según la claridad de nuestro tono de piel por el tipo de resultado y look que queramos conseguir con ellos.
UN VELO DE LUZ: EL TRUCO DEL 3
Esta es la forma más común de aplicar los polvos de sol, y es que es solo para dar un toque dorado al rostro, como si nos hubiera dado el sol: «Trazar este número con la brocha a cada lado del rostro. Desde la frente hacia los pómulos y de ellos al mentón para después descender por el cuello», explican desde Guerlain. «Aprovechar el excedente de producto para empolvar ligeramente la zona central de la cara», añaden.
En este caso, conviene usar unos polvos bronceadores suaves, no demasiado diferentes a nuestro tono de piel, solo un par de tonos más oscuro, y que contengan algo de brillo, porque lo que se quiere, básicamente, es dar efecto buena cara. Como estos de Guerlain, los Terracotta Nude, disponibles por 51,10 euros y más suaves que los Terractotta originales.
Otra opción son estos de Chanel, Les Beiges, que son polvos bronceadores más rosados y claros.
UN TOQUE DE MORENO: EN OCHOS
Si antes era el tres el que cubría los laterales del rostro, ahora se trata de cubrir todo el rostro pero con cuidado, no de forma uniforme con los polvos, y se hace con el truco de los ochos. «Hay que comenzar por la raíz del cabello y las sienes, descendiendo por el contorno de la cara desde la frente hacia abajo hasta llegar a la barbilla y continuando después hacia el otro lado del rostro», señala la firma. «La clave es utilizar poca cantidad de producto y al finalizar, trazar con la brocha dos grandes ochos en la zona central del rostro para iluminar.»
Para esto, se recomienda utilizar un tono de bronceador más oscuro, es decir, que sí se note diferencia con nuestra piel, pero que, aún así, quede natural. Apuesta por los clásicos Terracotta de Guerlain, ya que tienen un tono tierra característico que da un bronceado intenso pero natural a la piel.
CONTOURING
Otro de los usos básicos de los polvos bronceadores es para esculpir el rostro. Ahora dejamos a un lado los trucos con números y pasamos al abecedario. En concreto, los expertos en maquillaje de Guerlain recomiendan dibujar una W. «Para esculpir el rostro hay que trazar una ‘W’ que empiece en la sien, a la altura del ojo, y trazar una curva descendente por debajo del pómulo. Después hay que subir hasta la zona del entrecejo y repetir en el otro lado del rostro. Una vez acabada esta operación, difuminar por todo el rostro realizando movimientos circulares con la brocha», explican.
Para esto usaremos diferentes tipos de bronceadores, mezclando unos más claros con otros más oscuros, pero todos, en general mucho más oscuros que nuestra piel.